MISCELANIA

     Cada vez es más superfluo forzar las cosas hasta que al fin se llega a la no-acción.
     Cuando nada se hace, nada queda por hacer.
     "Nada se hace", ya que el actor se ha desvanecido totalmente en la acción; el
combustible se ha transformado plenamente en llama.
     De hecho, esta "nada" lo es todo.
     Esta es lo que sucede cuando confiamos en la inteligencia del universo, de la misma
manera que el atleta o el bailarín confían en la inteligencia de su cuerpo.
     De ahí que se ponga tanto énfasis en la "suavidad".
     ¡Quien haya visto a un maestro de tai ch'i o de aí-kido haciendo "no hacer" sabe cuán poderosa puede ser esta "suavidad".

                                                                                                        Vicente Núñez


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